
Por: Andrea Correa Diosa
Saber que ya se acaba el verano, saber que ya se acaba el sol, que empiezan las penurias y aumentan los latidos del corazón. La dulce y trágica nostalgia de la adrenalina por aquellos días esperados.
Saber que empieza un nuevo año, saber que el que fue ya pasó, una nueva vida y nuevos rostros son aquellos que nos atormentan y nos dan calor.
Saber que se acaban los días largos y las noches iluminadas, que se acaban las palabras con las personas más cercanas, empiezan las súplicas, protestas y trabajos de mala gana.
Saber que empiezan las competencias y los amigos se alejan, lo forjado en verano… El invierno se lo lleva.
Que los códigos y los libros son tus nuevos amigos y que el tiempo y los trabajos son tus enemigos, pero las metas y los sueños son tus esperanzas y aliados, ayudándote en aquellos días esperados.